lunes, 3 de agosto de 2009

dos mujeres

les escribo con pluma porque no pienso arrepentirme
les escribo en nuevo porque se lo merecen
les escribo lento para que se emocionen
les escribo versos que no intento que rimen
porque hoy dos mujeres me han escrito
no me han descrito bonita
me han hablado despacito
que me conocen desde siempre
desde antes que yo tomara la pluma
y supiera dónde acabar una línea
les escribo a cada una
les escribo acelerada como si me masturbara
porque una de las dos o las dos me han tomado por sorpresa
más o menos cuando la lluvia te cae
no en el paraguas sino en la cabeza
de las dos mujeres no hago una porque ni a una la conozco
sé su nombre y su referente
y las palabras suficientes
para hacerlas hablar
una de ellas está en mi ciudad
la otra es nómada vigente
(o más bien errante, inconstante y divergente)
hoy es el día que no marqué en mi calendario
pero igual es un día distinto
dos mujeres me han hablado
a quemarropa y por escrito
me hablaron como si tuvieran
un secreto que las hubiera poseído
como si fueran un barco (en la mar de existencia) perdido
como si las palabras les supieran a pan
y encallaran en las orillas
les desgajaran la corteza
(antes mujeres que sencillas)
evitaron el centro
de cualquier obviedad esperada
me atosigaron con imágenes de ideas encerradas
no hay nada que pueda hacer
para tratar de evitarlas
estoy sentada frente a ellas
frente a una pantalla
pero todas esas mujeres
(las mil y un nombradas
que no son dos sino una multitud
de mujeres rebanadas)
están lejos de ser abrazadas
(como caminos enredados en los árboles de una emboscada)
(como espacios en blanco en una décima cercanamente rimada)
(como una botella llena que aún no ha sido tomada)
más bien:
(en esa botella,
dos mujeres a horcajadas
mensajes en una botella
de dos que no buscan ser salvadas)

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