viernes, 12 de marzo de 2010

Tengo ese extraño impulso de escribir cuando alguien me espera

Un texto de alguien más.

Un rottweiler negro no me deja ir. La calle esta mojada y el camino es cuesta abajo. Usando tacones me doy cuenta que cada pieza cae en el lugar que le corresponde, los tacones son piteados, como los cintos, como las botas. Vaya, esta muy obscuro para irme caminando hasta el centro, pero me he enojado con un amigo que se ha puesto como cola de perro, hasta atrás, se ha quedado en un sillón acompañado de alguien, de música que nadie escucha y de luz amarilla. Y resulta que esto es algo que ya no soporto tanto, antes podía alargar lo que fuera, incluso si estaba pasándolo mal o cuando daba igual estar ahí o en un columpio por una hora y media. ¿Porqué vamos a lugares llenos de gente que no nos cae bien? Sólo contribuye a la idea de hacer resúmenes en casa con todos los datos absurdos e impactantes sobre lo que nos gusta, porque algún día, algún día cuando sea posible tener un plan, nos van a servir de algo. A dos cuadras del escape, intentando no hacer ruido porque he visto al animal, cuando es demasiado tarde para tomar precauciones, se aparece detrás del arbusto y su vista la tiene en mí. Me gustan los perros, no los he observado tanto, pero este vaya que tiene músculos. Yo me quedo inmóvil, el se acerca. Me chupa los dedos y yo le toco su cabeza. Se emociona y brinca, se para en dos piernas, me pisa y no se va de mí. Avanzo, al menos eso intento hasta el final de la cuadra. Los dueños salen de su casa para llamarle, un nombre que no recuerdo. Pero el no escucha, me sigue dibujandome círculos y brincandome encima. Era puro amor. Los dueños me dicen es todo lo que puedo hacer, pero para que te libres de éste va a estar difícil. Lo sé. Tengo la extraña sensación de que todo podría terminarse en un momento a dos cuadras de que se termino el fin de semana evitando a muchos de los que me frecuentan, a dos cuadras de tomar conciencia que tacones piteados no siempre son la mejor opción y a mil cuadras del centro, con un rottweiler negro encima. No pretendo ser un líder de opinión, me daría pena serlo y el mundo estaría lleno de tazones para cereal, caricaturas y de un término que conocí ayer observational humor, pero es el camino es el que se vive.

-- "Tengo ese extraño impulso de escribir cuando alguien me espera", por Sinceramente Rocamadaur.